"Proclamamos la Muerte del Arte, pero deseamos larga vida al arte de la maquina". Movimiento Dadaista. (Berlin 1916)
martes, 8 de marzo de 2016
Outsider Art
Entre las diversas características que definen la situación postmoderna hay varias que concurren con las circunstancias de la propagación del "Outsider Art". Una, la situación postmoderna lleva a aglutinar estas expresiones creativas denominadas "Outsider Art" (que podrían situarse bajo el rubro de "Low Art" -Arte Popular-) con las del "High Art" -Arte Culto-. Dos, este arte, que tantas veces es un subproducto de una actividad ocupacional, una terapia de arte o la propia sublimación psíquica, desvela su razón estética en una actividad que responde a un fin. Es decir, pone en entredicho que la ausencia de finalidad es inherente a la apreciación de la belleza. Y tres, el "Outsider Art", "deconstruye" el arte contribuyendo con su influencia al desmantelamiento de supuestos y postulados elitistas del arte, al tiempo que se incorpora de pleno al intercambio teórico y artístico actual.
La denominación "Outsider Art" proviene originalmente de la atención puesta por Jean Dubuffet en 1945 al libro de Hans Prinzhorn que contenía imágenes realizadas por los enfermos mentales, las cuales le inducirían a formar la "Colección del `Art Brut`. "Outsider" o "marginal" es el término anglosajón utilizado para referirse principalmente a las creaciones de los discapacitados mentales, o como justamente ahora se maneja, con capacidad diferenciada. El "Outsider Art" se ha venido desarrollando como una entidad que ha adquirido un rango propio e incrementa su inserción dentro de la estructura de la Institución-Arte. En sí, esta evolución revela la tendencia a la desaparición de la misma noción, aunque mantenga su peculiaridad. Cuando se habla de "Outsider Art" se refiere principalmente a la producción visual de las personas internadas en psiquiátricos o declaradas mentalmente enfermas y que en distintos grados afecta la conducta normal.
Marta Miró y Pedro Lavado lo denominan en lenguaje español: "Arte Lunático" ("Nuevos horizontes en el arte outsider hispano" Editorial Enokia, SL. Madrid 2005). Con aquel término, Lyle Rexer ("How to look at Outsider Art". Harry N. Abrams, Inc. New York, 2005) trata de caracterizar los vocablos confusos y que se intercambian con los de "Folk Art" y "Autodidacta" promovidos, muchas veces, por mecanismos de marketing que incluyen algunos como "Arte Visionario" "Neuve Invention" o el primigenio "Art Brut".
Los parámetros de esta producción se caracterizan por una marginalidad y falta de consideración artística, que se extiende a muchas otras producciones: Personas con discapacidad funcional o inclusive social, no específicamente de enfermos mentales, pero que se encuentran alejadas de la circulación elitista creativa, englobando así su identidad bajo esta bandera de lo marginal, lo autodidacta, y que "supuestamente" no es arte.
Haré uso del término "Outsider Art" en sentido general abarcando las obras y artistas que se sitúan al margen de la creación estándar pero que, desde luego es dominado por estos individuos que sufren de esquizofrenia, psicosis, autismo y maniaco-depresivos, incluso los que sufren de estados alterados de conciencia. El extendido reconocimiento y atención que adquiere el "Outsider Art" es indicativo de uno de los ejes determinantes de la postmodernidad: El multiculturalismo o la política del reconocimiento de la diferencia. Con el advenimiento de la postmodernidad que incentiva la diversidad y la diferencia cultural, el "Otro", aquellos que han sido excluidos de toda consideración intelectual, se incorporan como miembros de la colectividad. En la sociedad actual esta figura de lo otro se extiende a los grupos de inmigrantes y todo aquello que irrumpe en el campo social y que son inasimilables. Bajo la idea de Michael Foucault, los "Otros" son aquellos apartados del poder y que a menudo han sido victimizados y, consecuentemente, desprovistos de sus derechos políticos o ignorados: Homosexuales, gente de color, prostitutas, prisioneros y locos.
El "Outsider Art" resulta parte de este "Otro" que la sociedad ha desdeñado por el individuo en sí, y por el desajuste cultural que sus obras manifiestan. Según Marta Miró y Pedro Lavado el "Outsider Art" queda precisamente definido como "el desarrollo de toda una serie de formas de expresión creativa que se manifiestan fuera de las normas culturales". Estas expresiones creativas no encajan en las expectativas que del arte se han construido como ejercicio de habilidad, consciente y controlado, elaborado y manejado profesionalmente, buscando retribución y no como "hobby". Estas expresiones creativas se encuentran más enraizadas en el sentimiento y simbolización popular que en la elucubración elitista de arte culto.
La situación postmoderna lleva a aglutinar estas expresiones creativas de "Outsider Art", que podrían situarse bajo el rubro de "Low Art", con el "High Art". El "Low Art", -Arte Popular- identifica la cultura de masas y la manufactura de gusto popular con dominante realismo "kitsch". Bajo éstas se centraban muchas de las prácticas visuales como diseño, decoración y publicidad, y que en la actualidad postmoderna se funden con el así llamado "High Art", -Arte Culto- correspondiente a lo entendido como Bellas Artes, de trascendencia universal y de logros artísticos fundados en nobles sentimientos y un gusto educado. Esta fusión y entrecruzamiento de las dos orientaciones visuales se realiza como un reconocimiento de las actividades que antes eran tratadas como marginales, y un ascenso hacia la esfera del circuito del arte institucional. Y, al mismo tiempo, se produce una absorción de las prácticas artísticas, antes entendidas como "High Art" por el sistema extendido de la imagen en su reproducción y difusión, tanto electrónica como artesanal, como circulación de sentido y de la información en la cultura de masas.
Una de las razones que influye, también, para la desconsideración de estas producciones como obras de arte es que son, a menudo, el subproducto de una actividad ocupacional; La realización plástica dentro de una terapia de arte. Y es que, la realización del producto visual con un fin predeterminado anula su consideración de pureza artística, haciéndolo descender a otra categoría similar a la de "decoración". Cuando se maneja una práctica visual, la creación de la imagen, para la buscar resolución de problemas mentales y para recuperar la salud mental, se trata de una función de la educación o curación por el arte, denominándolo "experiencia artística" distanciándose del concepto "Arte" reconociendo su relatividad.
Así se expresa José Mª Barragán cuando define el objeto de su estudio en una investigación sobre el tema de la pedagogía del arte: "Evitamos de esta forma la polémica denominación de "arte" aplicada al desarrollo de habilidades simbólicas: el arte de los niños, el arte de los adolescentes,etc. Preferimos hablar del desarrollo de experiencias artísticas, que incluye tanto conductas vinculadas con la recepción cono con la producción sin que por ello tengan que ser categorizadas como arte. Si los resultados (objetos, obras...) de estas experiencias artísticas reciben dicha denominación ya es una cuestión relativa, como ya hemos dicho, de legitimación sociocultural" ("Encuentros del arte con la antropología, la psicología y la pedagogía". Editorial Angle. Barcelona, 1997) Cuando el arte se doblega a una función utilitaria desciende de ese rango elevado. Gran cantidad de los criterios estéticos empleados en la sociedad occidental derivan del Idealismo Kantiano.
El concepto antiguo de "arte" vinculado a la habilidad técnica cedió su lugar a uno más moderno vinculado a la producción de "belleza". En su "Crítica del Juicio Estético" Kant, en el siglo XVIII, establece que desde el punto de vista de la cualidad, el gusto es la facultad de juzgar un objeto o representación mediante una satisfacción o un descontento sin interés alguno, y que el objeto de semejante satisfacción se llama bello. Así, la belleza es forma de la finalidad de un objeto en cuanto es percibida en él sin la representación de un fin. La ausencia de finalidad es inherente a la apreciación de la belleza. Esta inclinación ha prevalecido desde entonces marcando el desarrollo de las nociones de las Bellas Artes y su diferenciación con la Artesanía y con todas las otras expresiones que evolucionaron con la sociedad, como ha sido el caso de la ilustración gráfica en el diseño, que hasta hoy también es concebida como un arte gráfico menor.
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